El eco de Allende

(publicado originalmente en junio 2018)
Estos meses venideros van a ser el momento clave para que hasta doce países latinoamericanos; Costa Rica, Paraguay, Colombia, México, Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina, Uruguay, El Salvador, Panamá y Guatemala; decidan el futuro que quieren.  
Los votantes tienen muchos temas sobre la mesa y pocos políticos honestos que estén dispuestos a cambiar las cosas de verdad. Entre los principales debates se encuentran la traicionera corrupción que empaña las élites, el sistema económico neoliberal que a pesar de alentar al progreso degrada al pueblo, la violencia callejera tanto de los narcos como de los oprimidos, la política exterior yankee que sigue metiendo las manos donde no debe, la polarización política de la sociedad junto a la pérdida de referentes que promulga el ascenso de populismos, los procesos de pazapertura y estabilización de algunas regiones...
El resurgir del golfo sur depende en gran medida de los líderes que salgan elegidos a lo largo de este año y el siguiente, la modernidad de la tecnología y la información permite hoy en día que la gente esté informada de todo (incluso sobreinformada); ellos deben ser los jueces y verdugos de quiénes han desfigurado el destino de sus naciones. La lista de la infamia es larga y el dolor se hace presente hasta el último eslabón: Pinochet, Méndez, Stroessner, Banzer, Alvarado, Branco, Pinilla, Páez, Noriega, Somoza, Andino, Castillo Armas, Díaz, Castro, Duvalier, Trujillo, Heureaux y Franco (en la lejana España). Que nadie engañe a las generaciones venideras, por más que cambien los rostros los herederos del negro legado siguen trabajando para exprimir hasta la última gota de esfuerzo de quiénes consideran sus súbditos. 
Para no repetir los mismos errores del pasado me gustaría recordar el último discurso del presidente más honorable del que ha gozado Chile, Salvador Allende. Él fue consciente de que aquellos instantes fatídicos del 11 de septiembre de 1973 eran sus últimas horas de vida antes del asalto fascista al Palacio de la Moneda; en lugar de huir decidió inspirar su patria hasta el final a través de Radio Magallanes y completar su compromiso en aras de un futuro prometedor tras la oscuridad a la que se verían sumidos durante un largo tiempo. Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad por lo que sus palabras aún resuenan en los corazones de quienes sufren la opresión de los cobardeslos déspotas y los traidores que aguantan el yugo contra el prójimo. Espero que su sincero discurso haga recuperar la memoria a un gran pueblo que debe y quiere volver a andar en el sendero perdido:
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

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