¿Y ahora qué?

(publicado originalmente en enero 2018)
Desde el 21 de diciembre las aguas están muy calmadas en Cataluña. No es que la gente haya perdido fervor en el independentismo, simplemente no llegan órdenes desde arriba. Puigdemont sigue exiliado en Bruselas y no dice nada sobre la estrategia a seguir, aparte de lo que ha trascendido estos últimos días: quiere ser investido presidente telemáticamente.
Mediante este movimiento se propone demostrar una vez más la victoria independentista en las urnas, revalidando su cargo político y aunque la mayoría de independentistas lo vemos difícil, no es imposible como sugieren algunos. Estos próximos días vamos a ver si se procede de esta forma y como es aceptado por la sociedad. Sin embargo, Puigdemont debería tener clara una cosa ante todo, su investidura es preferible pero no imprescindible.
Artur Mas en su primer famoso paso al lado ya lo comprendió, la corrupción en su partido le ensuciaba y estaba siendo un obstáculo para la República; si bien ahora no es el mismo caso, deberíamos pensar: ¿nos ayuda en el avance hacia nuestro objetivo?. De hecho, Salvador Espriu (escritor catalán) dijo en una de sus obras: A vegades és necessari i forçós que un home mori per un poble, però mai no ha de morir tot un poble per un home sol (A veces es necesario y forzoso que un hombre muera por un pueblo, pero nunca debe morir un pueblo por un solo hombre).
Algunos, argumentan que es necesario más tiempo para acumular más base social. Si se quiere ampliar el consenso independentista, deberíamos focalizarnos en atraer aquellos sectores de la sociedad que no se ven representados en ella. Hagamos del objetivo un proyecto del pueblo y no un proyecto de los políticos. Demos la bienvenida a los immigrantes que no comprenden lo que ocurre o no les interesa. Transformemos éste cambio territorial en algo más que un cambio de imagen para acoger a los trabajadores que en contra de sus beneficios votan a neoliberales disfrazados de cordero. Más tiempo no significa más base social, sino más tiempo para que aquellos políticos, tanto de Madrid como de Cataluña, sigan escondiendo la mierda debajo las banderas y se autoproclamen luchadores de sus pueblos. A la gente le gustan los mártires y más en Cataluña que nuestra historia esta llena de ellos, pues nunca hemos ganado ninguna proclama. Ellos son necesarios para que avancemos y hay que reconocer su sacrificio, pero deben darse cuenta hasta que punto sirven para avanzar.
Finalmente, me gustaría hablar del discurso de la izquierda no independentista en la campaña electoral del 21-D (Podemos/CatComu). El hecho de situarse entre dos puntos no significa ni ser más justo ni tener más seny. El discurso de la equidistancia, es el discurso del ciego, el que criminaliza igual la víctima que el opresor, adornando una visión política que no es nada más que una oportuna venda en los ojos.
Después de tanta crítica algunos pueden pensar que soy un tuitero probando otra red social;por eso, me gustaría sugerir algunas soluciones . Debemos seguir con la desobediencia civil aunque pacífica, teniendo como referentes a Ghandi y los que lo hicieron antes. Salgamos a las calles a retomar las instituciones saqueadas por el 155; seamos conscientes de la dificultad del gobierno al usar el aparato de represión debido a la crítica exterior. Ahora que se han ido, salgamos nuevamente a reclamar lo que es nuestro. Algunos partidos, siguen abogando por el diálogo con España y Europa, esperando eternamente que despierten de su silencio y comprendan las formas reales de la democracia. Otros, ya han abierto los ojos y reclaman avanzar sin pedir permiso. Si seguimos éste último camino, son necesarios valientes en la cabeza del proyecto, por lo tanto aquellos que por temor o incapacidad no puedan seguir liderando este cambio deben apartarse sin vergüenza alguna. Pongamos fin al independentismo mágico que a nadie beneficia. Los que sigan al frente del proyecto deberán formular una pregunta incómoda tarde o temprano y voy a ser sincero:
Sabiendo que tenemos la fuerza de la gente para lograr el objetivo y que al forzar el cambio puede haber un bajón importante en la economía, además de que el gobierno central puede responder con violencia directa o indirecta,
¿Continuamos por éste camino o es demasiado costoso?

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